El País titula: “Gallardón dice que la malformación del feto no será razón para abortar”, y yo me pregunto: ¿cómo se costeará una familia media que su hijo, con problemas físicos, lleve una vida digna?
Pongámonos por caso que una mujer se queda embarazada, a lo largo de las semanas los médicos detectan que el feto sufre una malformación, hidrocefalia congénita o espina bífida abierta, por ejemplo. En el hospital, le informan de los problemas que sufrirá el bebé una vez nazca, en muchos casos a esos bebes les espera la muerte a los pocos meses de vida después de un largo sufrimiento. Algunos facultativos han alertado de este trágico final. Es el caso del neurocirujano infantil, Javier Esparza, que el pasado mes de Julio escribió una carta al Ministro Gallardón explicándole el sufrimiento físico y psíquico que genera tanto al niño como a sus familias las malformaciones congénitas.
La futura madre es informada por los médicos de que tiene la posibilidad de abortar hasta la semana 22 de gestación, respetando la ley que aprobó el Gobierno socialista en 2010. No se obliga a la mujer a abortar si no quiere, es informada de las posibilidades que tiene: seguir con el embarazo o abortar. En su mano está la decisión. Es libre.
La problemática está en que el PP con el Ministro de Justicia, Alberto Ruíz Gallardón, a la cabeza cree, fruto de sus inclinaciones religiosas, que el feto es persona y por tanto el Ministro dice: “no entiendo que se desproteja al concebido, permitiendo el aborto, por el hecho de que tenga algún tipo de minusvalía o de malformación. Me parece éticamente inconcebible que hayamos estado conviviendo tanto tiempo con esa legislación” (La Razón, 22 de julio 2012)
El problema desde mi punto de vista radica, no en la desprotección del feto, sino en la hipocresía del PP. Por un lado, quieren cambiar una ley, a pesar de que los datos demuestran que el número de abortos se ha mantenido estable tras la última reforma, porque lo que más les molesta es que la Ley de Salud Sexual y Reproductiva defina el aborto como un derecho de la mujer. Este punto me recuerda a la problemática con la palabra matrimonio usada para designar la unión tanto de personas del mismo sexo como de diferente. Menos mal que esta ocasión el Tribunal Constitucional tuvo dos dedos de frente.
Por otro lado, encontramos el problema de la escasez de ayudas sociales destinadas a personas con discapacidad. El PP quieren que nazcan niños con graves problemas físicos o psíquicos que requieren de un cuidado especial las 24 horas del día, pero eso sí ¡apáñatelas! Porque ayudas por parte del Estado pocas encontrarás. Ni las propias asociaciones de discapacitados consiguen sobrevivir para ayudar en la medida de lo posible a muchos enfermos y a sus familias. Es decir, los buenos samaritanos del PP no quieren que mueran fetos, pero tampoco quieren gastar un duro en ellos cuando nazcan.
Yo no lo entiendo. No entiendo porqué no se deja a la mujer y a su pareja decidir libremente lo que desean hacer, si seguir con un embarazo o abortar. Nadie los debería de juzgar por tomar ninguna de las dos opciones, dado que son fruto de sus creencias, posibilidades económicas, ideales, etc. Pero lo que jamás se debería de hacer es cortar la libertad de decisión de una persona.
Columna de opinión 
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